Presentación de Simplemente Clarice*

Presentación de Simplemente Clarice*

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Macarena Mallea

La escritura de Clarice Lispector ha sido considerada como una de las producciones más representativas de la literatura latinoamericana del siglo XX. En el presente, asistimos a un momento de amplia circulación de lecturas nuevas y novedosas en torno a sus textos, la cual se ha enfocado, principalmente, en el estudio de su narrativa de ficción. A esto se le suman las celebraciones del centenario de la autora, como la reciente exhibición de Constelação Clarice, en el IMS de São Paulo y luego en Río de Janeiro, la creación del proyecto “La hora de las latinoamericanas” por Mariela Méndez y Constanza Penacini. Todas estas actividades han suscitado una renovación y actualización de la lectura de sus cuentos y novelas más conocidos; aquellos textos que habían sido considerados “menores”, como la literatura para niñes, sus entrevistas y traducciones; e incluso el trabajo de archivo que ha arrojado nuevos materiales desconocidos hasta ahora; lo cual demuestra que Clarice, y no solo su escritura, continúa provocando interés, curiosidad, inquietud.

Simplemente Clarice, de Mary Luz Estupiñán, publicado por ediciones mimesis, incursiona, con curiosidad, agudeza y respeto, en este universo, realizando un entramado entre los distintos registros y temas por los que transita la producción escritural de Lispector. Sin duda, no se trata de una tarea fácil, pero el trabajo de Mary Luz asume con mucha responsabilidad el desafío que supone poner en diálogo todos los materiales clariceanos que tenemos disponibles a la fecha. Y no solo eso: es un libro que está tan bien escrito, con tanto cuidado y precisión, que puede ser abordado por un público lector amplio y también más especializado.

En el primer capítulo, “Vidas”, la autora discute tres de las biografías sobre Clarice más conocidas (la de Nádia Battella Gotlib, Teresa Montero y Benjamin Moser). Estas obras son punto de partida para proponer una idea que resulta recurrente cuando nos aproximamos a la figura de Lispector: la de la ubicuidad. En este sentido, resulta sugerente la declaración sobre las múltiples vidas que Lispector quiso tener, pasiones y experiencias que ponen en juego tres perfiles que ella misma declarara: madre, escritora y amante (no dual) del mundo. Además de ello, implícitamente, Mary Luz anuncia el tipo de aproximación a la (des)figura(ción) de Lispector que construirá el libro: establecer conexiones, realizar preguntas, problematizar las relaciones y observar el matiz.

Esto se verá luego, en “Máscaras”, “Alteraciones” y “Oblicuidad”, capítulos en los que los enlaces se refuerzan y anudan de manera brillante, hermosa, aguda y delicada a la vez. Entonces, una de las vías de lectura puede ser esa: mirar entramados que responden a una unidad particular, pero dejan cabos que se van retomando, hacia adelante y hacia atrás. En ese sentido, me parece que el entramado del libro se construye como un diálogo que excava en lo subterráneo, como si allí encontráramos raíces que, a veces, se enlazan y en otras se distancian. Simplemente Clarice nos insta a ello, a observar conexiones de las que no nos habíamos percatado y buscar otras nuevas. Este libro amplía el diálogo, no lo obtura, por eso resuena tanto y tan bien la cita inscripta en el “Prefacio”: “este libro no le quita nada a nadie, simplemente da”.

Desde esa evocación / provocación que desliza Mary Luz en su trabajo, me gustaría tensar uno de los nudos del entramado: las relaciones con el mundo vegetal y el mundo animal. He incorporado la imagen de las raíces como metáfora de lo vegetal no solo porque me interese este tema en términos personales, lo cual es cierto, sino también, como han podido observar quienes ya tienen el libro en sus manos, este elemento se encuentra inscrito en toda su extensión: la numeración de las páginas es acompañada de flores, los apartados de cada capítulo son enlazados por hojas de plantas, así como en la contraportada vemos la imagen de una fuente con nenúfares, plantas acuáticas, ¿del Jardín Botánico de Río? En este libro, sabemos, nada es azaroso, y la presencia del mundo vegetal, por supuesto que tampoco lo es.

La naturaleza toma un papel importante en la escritura clariceana. En “Un reino de misterio”, Lispector se retrata en la admiración y contemplación de ese mundo:

El ritmo de las plantas es lento: crece con paciencia y amor. Entrar en el Jardín Botánico es como si fuéramos trasladados a un nuevo reino. Aquel amontonamiento de seres libres. El aire que se respira es verde. Y húmedo. Es la savia que nos embriaga levemente: millares de plantas llenas de la savia vital. Al viento las voces translúcidas de las hojas de las plantas nos envuelven en una suavísima maraña de sonidos irreconocibles. Sentada allí en un banco, la gente no hace nada: sólo se queda sentada dejando al mundo ser. El reino vegetal no tiene inteligencia y sólo tiene un instinto, el de vivir. Tal vez esa falta de inteligencia y de instintos sea lo que nos deja quedarnos tanto tiempo sentados dentro del reino vegetal. (162)

Vemos que lo humano y lo vegetal están, en Lispector, muy cerca, pero habita allí también una precisión. Clarice reconoce el misterio de lo natural y ese misterio es al que decide no acceder; en otras palabras, prefiere respetar el no saber. Teresa Montero insiste en la importancia del Jardín Botánico para Clarice, tanto así que en él podemos encontrar un espacio con bancas, dedicado a la escritora. Evando Nascimento, por su parte, advierte que en la escritura de Clarice podemos reconocer la convivencia de tres existencias, la humana, la vegetal y la animal.

Otro aspecto que quiero destacar en la imagen de la sombra de un perro que recorre y acompaña el libro. Este gesto nos conduce a la figura del llamado “mejor compañero del ser humano”. Quienes hemos tenido o tenemos perros como mascotas compartimos la experiencia de conocer otro tipo de vínculo: el de lo humano y lo no humano. En el caso de Clarice, los canes fueron también objeto de su ficción:

“En el cuento infantil ‘La mujer que mató a los peces’, la narradora reconoce su vínculo con lo animal y su sensibilidad por las mascotas: así como lo hace con sus máquinas de escribir, en “Propaganda gratis”, realiza un recorrido de los animales que la han acompañado a lo largo de su vida: principalmente gatos, perros, un conejo y, por supuesto, como haría adivinar el nombre del cuento, peces”.

Cuando Clarice describe a su primer perro, Dilermando, señala que él olía muy mal, pues como dirá también en una crónica para el Jornal do Brasil, “el perro tiene que tener olor a perro” (“Descubrimiento”, 84). A propósito de ello, Clarice lanza una pregunta a su audiencia infantil: “¿Ustedes también tienen olfato? Apuesto que sí, porque, además de ser personas, también somos animales. El hombre es el animal más importante del mundo porque, además, de sentir, el hombre piensa y decide y habla. Los animales también hablan sin palabras” (30-31). Dilermando fue el primer perro de Clarice. Lo tuvo en Nápoles y, cuando se mudó a Berna, lo dejó allá, encargado con unos amigos.

Como nos recuerda Mary Luz, al traer la crónica “Lo que querría haber sido”, la relación con los animales se presentó a muy temprana edad, como declara: “De pequeña, mi familia en broma me llamaba ‘la protectora de los animales’. Porque bastaba que acusaran a alguien para que yo inmediatamente lo defendiera” (95, énfasis en el original). Y ya, finalmente, en Agua viva, advierte: “No humanizo a los animales porque es una ofensa -hay que respetar su naturaleza-, soy yo la que se animaliza” (58).

La incursión en el mundo animal advierte que, como es usual en la literatura de Clarice, la presencia de los animales no es fortuita. Una vez que vemos la figura del perro en Simplemente Clarice, nos la encontramos todo el tiempo. Quiero creer que ese perro que transita por las páginas es Ulisses, el mismo que acompaña la estatua de Clarice inaugurada en el Caminho dos pescadores, en Río de Janeiro. Fue Ulisses el perro de Clarice que tuvo más fama, tanto así que en una entrevista se llevó cierto protagonismo: Ulisses Lispector, el perro más sofisticado de Brasil. Dicen, también, que era bravo, y que solo Clarice lo quiso tener, incluso luego de que la mordiera en el mentón y que sus amigos intentaran convencerla de darlo en adopción. Lispector, en ese vínculo, le respeta el misterio.

Ya para ir cerrando, quisiera fijar la idea de que las imágenes inscritas en el libro demuestran que la diagramación del libro es consonante con su contenido: son huellas que están allí para ser seguidas, porque contienen también su sentido. Por lo tanto, no son casuales. Aquí, forma y contenido están de la mano.

Como desarrolla Clarice en una crónica de 1969:

“Se habla de la dificultad entre la forma y el contenido, con relación a escribir; hasta se dice: el contenido es bueno, pero la forma no, etc. Pero, por Dios, el problema es que no está́ de un lado el contenido y de otro la forma. Así́ sería fácil: sería como relatar a través de una forma lo que ya existiera libre, el contenido. Pero la lucha entre la forma y el contenido está en el propio pensamiento: el contenido lucha por formarse. A decir verdad, no se puede pensar en un contenido sin su forma” (82). 

En Simplemente Clarice percibimos que el contenido nos ayuda a pensar la forma y su disposición y viceversa: esa forma va de la mano con el contenido. Por esta razón, el entramado complejo nos insta a mirar las conexiones evidentes y las subterráneas. Leer bajo la óptica que nos propone Mary Luz nos permite acceder a zonas distintas, laterales, oblicuas, animales y vegetales. Lo que antes fue leído desde la dualidad y la oposición, ahora puede ser abordado con su complejidad. El gesto de entrar por “la puerta de al lado” nos ayuda a imaginar nuevas alternativas de aproximación e interpretación de la producción escritural de Clarice.

Obras citadas:

Estupiñán, Mary Luz. Simplemente Clarice. Ediciones mímesis, 2022.

Lispector, Clarice. Agua viva. Siruela, 2021.

Lispector, “Descubrimiento”. Descubrimientos. Adriana Hidalgo Editora, 2010. 84.

Lispector, Clarice. “Forma y contenido”. Descubrimientos. Adriana Hidalgo Editora, 2010. 82.

Lispector, Clarice. “La mujer que mató a los peces”. Casi de verdad. Siruela, 2021. 17-48.

Lispector, Clarice. “Lo que querría haber sido”. Revelación de un mundo. Adriana Hidalgo Editora, 2004. 95-96.

Montero, Teresa. 2018. O Rio de Clarice. Passeio Afetivo pela Cidade. São Paulo: Autêntica.

Nascimento, Evando. 2022. “Clarice, os animais e as plantas: a intertroca e a encarnação do outro”. Constelação Clarice, organizado por Eucanaã Ferraz y Veronica Stigger. São Paulo: Instituto Moreira Salles.

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Agradecimientos: Antes de comenzar con la lectura, quiero agradecer la invitación a participar de esta celebración, a la librería del Fondo de Cultura Económica de Valparaíso, a ediciones mimesis y, por supuesto, a Mary Luz.

* Esta reseña apareció en Escrituras Americanas, Vol.6 Nº1/2, 2024, Tercer Período, pp. 280-283.

Macarena Mallea (Santiago, 1990), magíster en literatura de la Universidad de Chile y licenciada en lengua y literatura de la Universidad Alberto Hurtado. Actualmente es candidata a Doctora en Literatura por la Universidad de Chile.