¿cómo nos mantenemos despiertos?

¿cómo nos mantenemos despiertos?

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1. ¿A qué se debe que una prenda, por ejemplo, de la tienda Zara tenga un precio de venta a público de $ 30.000, pero un costo de producción de $ 200 (sí, doscientos pesos, considerando mano de obra y costos asociados, como luz, agua, etc.)? La respuesta no es solo que ha sido fabricada con trabajo infantil en condiciones de explotación o semiexplotación. Se debe a que pagándole 12 euros al mes a un trabajador (un niño además), el empresario se apropia del dinero que efectivamente debiera pagarle por su trabajo, pero no lo hace (y lo mismo ocurre al nivel de quien vende los productos). Es el trabajo no pagado (lo que se llama plusvalía) lo que permite el enriquecimiento de los empresarios. Es decir, si el pago por la fabricación de una prenda debiese, por ejemplo, ser de $ 1.000, pero, en nombre de la competividad, terminan pagándose $ 100, entonces el empresario se ha apropiado de $900. De manera que quien produce riqueza no es el empresario, es el trabajador, que termina recibiendo, con suerte, el dinero para continuar viviendo una vida que existe solo para enriquecer a otros. Esto pasa en todo ámbito laboral, a pesar de las diferencias, cuestión, por cierto, no menor (de ahí la importancia de reducir la diferencia de sueldo al interior de un mismo espacio, sea la Universidad o Falabella). Por ello no es casual que hoy la persona más rica de Europa sea el dueño de Zara, que hace 20 años no lo era y no estaba cerca de serlo. Lo es gracias a un modelo de explotación laboral que lo protege y lo beneficia, un modelo consistente no en vender caro, si no en pagar poco a quienes fabrican lo que vende, así como también a quienes luego venden lo que se fabrica. Piénsese en el valor hora correspondiente para el sueldo mínimo.

 

2. En Chile esta apropiación del trabajo ajeno se ve acrecentada enormemente cuando además agregamos las condiciones ideales generadas para la inversión: privatizaciones como la de SQM, subsidios como el de las forestales, condonaciones como la de Johnson’s, legislaciones como las que permiten la apropiación del agua y del mar, desfalcos como el realizado al banco de Talca, el uso de información privilegiada y la elusión zombie (de la que Piñera es campeón). Y lo peor no termina ahí, pues también debemos considerar la explotación de nuestra propia vida, ya sea mediante el sistema de salud o de pensión. El supuesto neoliberal que este gobierno (y todos los anteriores, si bien en menor medida) está defendiendo radicalmente, es el siguiente: si no hay tales condiciones favorables, no habrá inversión y si no hay inversión, no habrá crecimiento ni trabajo, menos aún si los empresarios corruptos son encarcelados, porque así no podrán, a pesar de todo, seguir invirtiendo. Pero es este mismo principio, el del crecimiento, el que hay que cuestionar. El crecimiento implica no solo la explotación de trabajadoras y trabajadores, también de los recursos naturales, cuyo saqueo explicita que la riqueza se produce agotándolos. De la misma manera, la explotación del trabajo, no pagando lo que se debería, es lo que produce ricos. Repetimos: el rico no es rico porque tenga dinero o bienes, lo es porque explota la fuerza humana y/o natural. Por tanto, debemos dejar de comprar los productos de empresas que no pagan lo justo a sus trabajadorxs, ni cuidan el medio ambiente. Porque si lo que se produce pagando 100 o 1000 lo venden el 30.000, es gracias a que alguien (yo, nosotros, muchos) lo pagamos, contribuyendo a que unos se hagan más ricos y otros más pobres, y al hacerlo, nosotros también nos vamos empobreciendo.

 

3. Estas semanas de lucha también han sido semanas en las que hemos pensado en la vida que llevamos y en la vida que deseamos. El crecimiento, por tanto, no puede ser la excusa para que todo vuelva a la normalidad, porque ha sido la normalidad del crecimiento como supuesta medida exitosa de cualquier gobierno la que nos está arrojando al abismo. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, dueño de Amazon, fue elegido en 2014 como el peor jefe del mundo. Y en Chile tenemos un presidente empresario que gracias a distintas formas de corrupción se ha transformado en uno de los hombres más ricos del mundo y se presenta ante la sociedad como un simple emprendedor. Si el crecimiento es explotación de la vida en general, no solo humana, entonces debemos aventurar otras formas de pensar el desarrollo de un país, porque lo que hoy aparece con fuerza es que, desde ningún punto de vista (salvo para unos pocos) el crecimiento conlleva bienestar. La relación con el mundo que habitamos, que nos rodea (personas, animales, selvas, mares, todo lo orgánico y lo inorgánico), debe transformarse radicalmente. La obsolescencia programada, en tanto programación de la muerte, debe dar lugar a una programación de la vida y ello conlleva recuperar los espacios naturales y locales que el Mall, los megasupermercados, las minerías y megapesqueras, los bancos y el capital financiero, han intentado destruir. Chile despertó, lo cual ha sido y es maravilloso, pero el costo ha sido muy alto: cientos de mutiladxs y torturadxs, decenas de mujeres violadas y golpeadas. La pregunta que sigue entonces es cómo le hacemos justicia a los cuerpos que este gobierno considera desechables, lo que, a su vez, nos lleva a preguntarnos cómo nos mantenemos despiertos.

 

mimesis, noviembre 2019

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foto tomada de @jooooooovergara