Heiner Müller y “La guerra de los virus”

Heiner Müller y “La guerra de los virus”

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Después de Bertolt Brecht, y trazando una línea compleja de (dis)continuidad, Heiner Müller (1929-1995) pasó a la historia del teatro y la cultura alemanas como el dramaturgo más importante de la Deutsche Demokratische Republik, la Alemania Oriental. La reunión de ambos nombres es un poco inevitable, pero responde escasamente a una condición de discípulo privilegiado de Müller, y se adscribe más bien a la historia y, sobre todo, al espacio que ambos compartieron. Mientras que Brecht, después de 15 años de exilio – que lo llevaron por múltiples ciudades europeas, Rusia e incluso los EEUU – se instaló en Berlín oriental desde 1948, donde permaneció hasta su muerte en 1956, Heiner Müller llegó a vivir a la misma ciudad en 1951 y ahí se quedó el resto de su vida. Se conocieron a principios de esa década, según cuenta Müller en su autobiografía, sin establecer una relación de trabajo y cooperación, sino más bien de encuentros fugaces y distantes. El cruce de sus trayectorias se resolvería muchos años más tarde con la llegada de Müller a la Berliner Ensemble, el teatro fundado por Brecht una gloriosa jornada de enero en 1949 con el estreno nada menos que de la Madre Coraje. Si bien para la década del ’80 nadie le disputaba realmente a Heiner Müller el lugar de dramaturgo más importante de las dos Alemanias (el año ’85 recibiría el Premio Georg Büchner), fueron sus roces con la administración cultural de la Alemania Democrática lo que lo mantuvo lejos del teatro más importante del Este. Recién en 1992, tras la caída del muro, sería designado su director (“Intendant”), cargo en el que se mantendría hasta 1995, año de su muerte.

A pesar de tratarse de una dramaturgia bastante densa y, en muchas de sus obras, muy específica en sus alusiones históricas, el teatro y el pensamiento de Heiner Müller se mantienen francamente vigentes en Alemania. A la reciente reedición en Editorial Suhrkamp de selecciones de sus textos críticos se suma la reposición creciente de sus obras en los teatros: solo en Berlín se han sucedido en los últimos tres años la puesta en escena de la Máquina Hamlet, el Filoctetes, Macbeth, entre otras. Acaso la razón más poderosa de esta nueva oleada de lecturas y recuperaciones sea el que, desde el este, Müller se negó siempre a adscribir ciegamente a las demandas culturales de la Alemania Occidental y renunció, por lo tanto, a hacer la sola crítica del socialismo en nombre de la censura y los derechos humanos – él mismo fue censurado en un célebre proceso el año 1961, con carta de retractación y todo – prefiriendo ser más abarcador y certero, al insertar sus reflexiones en un marco amplio de crítica al capitalismo; es dentro de ésta, que la vida y la cultura de la otra Alemania nunca le parecieron mucho mejores que la de la suya. Estos motivos, expresados casi que como intuiciones y agüeros, plasmarían la última de sus obras: Germania 3 Espíritus en el hombre muerto. Hoy, un cuarto de siglo más tarde, un breve extracto de esta pieza fragmentada e inconclusa ha vuelto a circular en las páginas y sitios culturales de Alemania, a propósito de la crisis global desatada por el corona virus. A continuación y sin más preámbulos, ofrecemos a les lectores una traducción de Der Krieg der Viren, La guerra de los virus.

 

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Teatro vacío. El autor y el director, borrachos.

Autor: La guerra de los virus. ¿Cómo se describe?

Director: Ese es tu trabajo. Para eso te pagan.

Autor: un paso adelante rostros desconocidos cubiertos / Ustedes luchadores del frente invisible / O algo así / Las grandes guerras de la humanidad gotas gotas / Sobre la piedra ardiente / Los horrores del crecimiento / El crimen del amor que nos impulsa a emparejarnos / Y hace de los planetas desiertos a través del poblamiento.

Director: ¿Y cómo se supone que lleve esto a mi escenario?

Autor: ¿Qué se yo? ¿Qué es para mí tu escenario?

Director: Dios y el mundo.

Autor: Dios es quizá un virus / Que habita en nosotros.

Director: ¿Qué quieres? ¿Debo ponerte dos mil viejos en el escenario? / Con barbas blancas, número uno dos tres / Y así hasta dos mil. Anda al cine. / Los virus se cuentan por millones y / Nuestro teatro es un hospicio.

Autor: Hace veinte años en Brooklyn le pregunté a un hombre en la calle por una calle y me dijo: Thats your problem.

Director: El hombre tiene razón. Solo puedo secundarlo.

Autor: He escrito un poema.

Director: (tapándose los oídos) Recítalo.

Autor: Mortal para la humanidad su reproducción demasiado veloz / Cada nacimiento una muerte menos un regalo / Cada tifón / Los terremotos una esperanza / Esperanza del mundo alabanza de los volcanes / No Jesús, Herodes sabía los caminos del mundo / Las masacres son inversiones en el futuro / Dios no es un hombre ni una mujer es un virus / No me estás escuchando.

Director: Es cierto. ¿Por qué debería? Estamos en el teatro.

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Trad.: Pablo Faúndez Morán.